06 de noviembre, 2018

Diario El Centro de Talca: columna de Katherine Villarroel

Competitividad territorial: necesaria, pero no suficiente

A menudo nos preguntamos por qué Chile necesita desarrollar su propia ciencia y tecnología. La respuesta siempre está más cerca de lo que esperamos: en septiembre del año 2017, en la localidad de Huilliborgoa, la señora Eugenia celebraba que por fin podría abrir la llave de agua potable.

Huilliborgoa, al igual que Curepto, Chanco, Longaví, Licantén, Pelluhue, por nombrar sólo algunas localidades del Maule, se ven afectadas por el avance la desertificación, y la escasez hídrica afecta directamente su desarrollo agropecuario y vida familiar. De forma habitual, estas localidades dependen de camiones aljibe para el abastecimiento de agua dulce, dotación temporal, insuficiente y que genera mucha frustración entre los afectados.

¿Qué permitió el giro en esta historia? En el año 2014, el Gobierno Regional del Maule –utilizando recursos del Fondo de Innovación para la Competitividad Regional (FIC-R)- decidió financiar el proyecto de un grupo de investigadores de la Universidad del Talca. Este –diseñado por científicos locales, conocedores de la realidad maulina- se enfocó en diseñar y construir sistemas de captación de aguas lluvia para mejorar la disposición de agua en las zonas rurales. El objetivo fue incrementar la disponibilidad de agua en los periodos estivales y de sequías, permitiendo su utilización para el consumo humano, animal y con fines productivos. La implementación del proyecto pudo realizarse gracias a la cooperación de los investigadores de la Universidad de Talca junto con los asesores técnicos de INDAP en las localidades en las que se ejecutó.

En mayo de 2017, el Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (CNID) entregó a la Presidencia de la República la Estrategia Nacional de Innovación titulada “CTI para un nuevo pacto de desarrollo sostenible e inclusivo”. Ese documento es hoy parte del nuevo marco institucional que orienta las estrategias y políticas de innovación nacionales y regionales, y es en este contexto en que destacamos experiencias como la del sector de Huilliborgoa. Este caso, así como muchos otros, revela las posibilidades del enfoque de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTi) para el Desarrollo que ha planteado el CNID. Hoy, cuando la Región del Maule acepta el desafío de elaborar su Estrategia Regional de Innovación (ERI), proponemos superar la clásica visión de innovación enfocada exclusivamente en la mejora competitiva. Con una ERI integral, que piense estratégicamente el desarrollo de la región también tendremos la opción de profundizar la competitividad de nuestra agroindustria, el vino y el turismo, pero de una forma alineada con los desafíos sociales y ambientales que configuran el potencial de desarrollo de largo plazo de los territorios.

*Esta columna fue publicada el 30 de octubre en el Diario El Centro